Conocida desde 1214, la comunidad judía de Castelo Branco se desarrolló rápidamente, siempre ligada a las tradiciones comerciales y a la artesanía. Cuando los judíos fueron forzados a elegir entre la expulsión y la conversión, la ciudad se convirtió en refugio de una gran comunidad de nuevos cristianos.
La tierra de Amato Lusitano, ilustre médico judío, conserva muy vivos en las piedras de las casas del siglo XVI los recuerdos de la comunidad hebrea. La ciudad propone una ruta para que los visitantes puedan caminar por las calles del casco medieval siguiendo la posible delimitación de la antigua judería. En portales de casas de la Rua d'Ega, la Rua Nova y la Rua da Misericórdia se pueden encontrar rastros de los sefardíes que vivieron en ellas.