Disfrutando de una magnífica ubicación entre las montañas y la costa atlántica, el alma de la ciudad de Alcobaça está profundamente definida por la monumentalidad del brillante Monasterio de Alcobaça, obra maestra de la arquitectura cisterciense, Patrimonio de la Humanidad desde 1989. Un reducto de historia y riqueza cultural, de la mano de una hospitalidad desarmante.
Alcobaça está situada en los valles de los ríos Alcoa y Baça, los cuales según algunos escritores, le dieron nombre. Según otras interpretaciones fue la denominación de esta localidad de origen árabe la que se dividió para bautizar a los dos ríos.
Alcobaça debe su fama y desarrollo al Monasterio o Real Abadía de Santa María, fundado en 1153 por la Orden del Cister, que empezó a ser construido en 1178, en terrenos donados a Frei Bernardo de Claraval, fundador de la Orden del Cister, por el 1º rey de Portugal, D. Afonso Henriques, cumpliendo un voto efectuado trás la reconquista cristiana de Santarém, que estuvo en posesión de los moros hasta 1147.
El Monasterio poseía un vasto dominio, también conhecido como "cotos" de Alcobaça, donde la Orden del Cister sistematizó el poblamiento, organizando villas y fincas y dinamizó la agricultura, introduciendo nuevas técnicas y productos agrícolas, características que han perdurado en el tempo, siendo hoy esta región todavía una de las principales productoras de fruta de Portugal.
Erigido según el modelo de la Abadía de Claraval, casa madre de la Orden del Cister en Francia, el Monasterio de Alcobaça es un bellísimo monumento clasificado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. La gastronomía y la repostería fueron muy influenciadas por los Monasterios y conventos de la Orden del Cister existentes en la región, juntándose al de Alcobaça, el Monasterio femenino de Cós y el Convento de los Capuchinos en Évora de Alcobaça. El dulce más conocido es el "Pão de Ló" (bizcocho) que ha tomado su nombre de la localidad donde es elaborado - Alfeizerão. No se podrá dejar de mencionar el cristal de excelente calidad, así como las piezas de alfarería y cerámica.
Las dos magníficas tumbas de Pedro e Inés, protagonistas de la más bella pero más trágica historia de amor de la historia portuguesa, una junto a la otra en el impresionante Monasterio de Alcobaça, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.Clasificado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1989, el imponente monasterio es uno de los testimonios más impresionantes y bellos de la arquitectura cisterciense en toda Europa. A pesar de sus casi 900 años, conserva intactas todas las dependencias medievales y su iglesia es la mayor de estilo gótico primitivo construida en Portugal en la Edad Media.Contemporáneo de la fundación de Portugal, el Monasterio es también un pedacito de su historia. Fundado por su primer rey, Afonso Henriques, tuvo su origen en la donación de las tierras de Alcobaça a la Orden del Císter por haber derrotado a los moros en la conquista de Santarém. En 1178 se inició la construcción del monasterio, inspirado en la abadía de Claraval, casa madre de la Orden en Francia.Los monjes de túnicas blancas crearon una civilización única en la región, reflejada en la escuela pública que comenzó a funcionar en 1269. Las donaciones reales recibidas a lo largo de varios reinados llegaron a formar los Coutos de Alcobaça, vastos dominios territoriales que los monjes poblaron, desarrollaron y donde establecieron una escuela agrícola.
Debido a la gran fertilidad de sus tierras, Alcobaça siempre ha sido un centro neurálgico de productos endógenos de excelencia. La manzana de Alcobaça es un producto excepcional que puede ser la excusa perfecta para descubrir la fascinante región de Alcobaça. Alimentos saludables en el corazón de una verdadera revolución verde sostenible. El destino Alcobaça puede allanar el camino de esta revolución urgente, de cara al futuro.
Alcobaça es también un paraíso para los viajeros golosos. Los dulces conventuales son absolutamente obligatorios, mientras se visita esta encantadora ciudad. Las "cornucópias" son imprescindibles. Estas delicias se crearon en el Monasterio de Coz, fundado en el siglo XII, bajo el paraguas del Monasterio de Alcobaça. Su forma se inspira en un jarrón con forma de cuerno, que en la antigüedad simbolizaba la fertilidad y la abundancia, ya que de su interior brotaban frutas y flores. Estos dulces están rellenos de huevos blandos, elaborados con yemas y azúcar, casi los únicos ingredientes que entran en la receta de los dulces conventuales portugueses, tras el uso de claras de huevo para fines más prosaicos.
Alcobaça, magníficamente situada entre la Sierra de Candeeiros y el litoral, cuenta con nueve playas seguras y galardonadas - Água de Madeiros, Pedro do Ouro, Polvoeira, Paredes da Vitória, Vale Furado, Légua, Falca, Gralha y São Martinho do Porto - que impactan a sus visitantes por su llamativa belleza natural.Paredes da Vitória es una playa perfecta para familias, por su tranquilidad, seguridad y cercanía al río. Esta playa es también el lugar perfecto para aprender surf. Cuenta con excelentes infraestructuras, con buenos accesos, socorrista, bares, un parque de picnic y un parque infantil.La playa en forma de concha de São Martinho do Porto, fundada por los monjes del monasterio de Alcobaça en el siglo XIII, se encuentra a medio camino entre Nazaré y Caldas da Rainha. Esta acogedora playa se asemeja a una bahía con muy pocas olas, ideal para nadar con niños, ¡de ahí su popularidad entre las familias! En realidad, la bahía define la identidad y el espíritu del lugar.